Blog: Llamado a la acción urgente en Myanmar

Por Ambet Yuson, Secretario General de la ICM


Sindicatos y Democracia


Los sindicatos solo pueden funcionar plena y libremente en democracia. También es cierto que la democracia no puede estar completa sin sindicatos. En otras palabras, no hay sindicatos sin democracia y no hay democracia sin sindicatos. 

Los sindicatos han sido fundamentales para construir democracias funcionales durante más de un siglo. Los ejemplos del siglo pasado incluyen Solidarnosc en Polonia y los sindicatos en Sudáfrica. Lucharon por la democracia y la libertad en las calles y en la política, así como en el lugar de trabajo. 


Esa conexión innata entre los sindicatos y la lucha por la democracia no puede ser más visible en la actualidad, que en el papel de liderazgo que desempeñan los sindicatos en la resistencia en Myanmar. Al igual que los trabajadores y los sindicatos en Bielorrusia, luchan por elecciones libres y por un gobierno legítimo que refleje la voluntad del pueblo. 


Sanciones contra tiranos de Myanmar


La ONU, la UE y muchos gobiernos han reaccionado rápida y claramente contra el golpe de estado en Myanmar. Tres días después del golpe, el Consejo de Seguridad pidió la liberación de los presos, el diálogo pacífico y el retorno a la transición a la democracia. Sin embargo, aún no han impuesto un embargo de armas ni sanciones a los líderes militares responsables del golpe y sus intereses económicos.


La Unión Europea denunció de inmediato el golpe. El 22 de marzo, se aprobaron sanciones contra 11 personas clave responsables del golpe. La IE está examinando una segunda ronda de sanciones a las personas y la selección de empresas propiedad de los militares. Sin embargo, Myanmar todavía se beneficia del estatus de Todo Menos Armas (ABE) del Sistema de Preferencias Generalizadas de la UE. 

Estados Unidos también impuso sanciones a las personas responsables del golpe, por medio de la suspensión de su acuerdo de libre comercio con Myanmar. 


(Foto: Nikkei Asia)


A finales de marzo, Estados Unidos y el Reino Unido impusieron sanciones adicionales a los dos conglomerados militares más grandes del país, Myanmar Economic Holdings Public Company Limited (MEHL) y Myanmar Economic Corporation Limited (MEC). Se unieron a Canadá, que había sancionado a esos dos conglomerados en 2007. Estados Unidos está revisando la posibilidad de nuevas sanciones. 


Las Federaciones Sindicales Internacionales instan a las empresas multinacionales a que se nieguen a ser cómplices de la tiranía en Myanmar y que se retiren del país. Se está discutiendo con las empresas con las que se tienen relaciones para suspender las operaciones y retirar las inversiones hasta que Myanmar ponga fin al estado de emergencia y reanude el progreso hacia la democracia. 


Todos los días, las fuerzas de seguridad llevan a cabo ataques asesinos e intimidación contra el pueblo, así como vigilancia generalizada, registros de casa en casa, intimidación, detención y tortura. A razón de este baño de sangre en curso, la condena de las atrocidades que se están cometiendo en Myanmar y la imposición de sanciones iniciales, si bien es bienvenida, está lejos de ser suficiente. 


Los trabajadores de Myanmar han impuesto las sanciones más efectivas contra los gobernantes militares de Myanmar. Han cerrado el país mediante huelgas y desobediencia civil. La ICM y otras Federaciones Sindicales Internacionales han mostrado su solidaridad al ayudar a los huelguistas con un fondo para apoyar la continuación de su valiente acción. 


El valiente pueblo de Myanmar está arriesgando su vida y sus medios de subsistencia para que su país vuelva a progresar hacia la democracia. Si bien las impactantes imágenes del asesinato de hombres, mujeres y niños desarmados deberían ser suficientes para inspirar una acción urgente de los gobiernos para detener este atropello, también existen otras razones para actuar con urgencia. 


¿Myanmar es un futuro estado fallido?


Los déspotas militares de Myanmar han colocado a la nación en una pendiente resbaladiza hacia un estado fallido. Los gobernantes han rechazado con desprecio la voluntad del pueblo y han perdido toda legitimidad. 


Han reemplazado el camino hacia la democracia y la esperanza por un camino hacia la destrucción y la desesperación. El pueblo de Myanmar nunca aceptará su gobierno. El ejército, con su larga tradición de brutalidad y represión en la batalla armada con las minorías étnicas en las regiones, ha extendido el conflicto y el caos al resto del país. 


Incluso los líderes de naciones no democráticas, incluidos los de los países vecinos, deberían estar preocupados por el colapso de la gobernanza en Myanmar. Los daños no estarán contenidos en las fronteras de Myanmar. En la subregión, desencadenará el terrorismo, la expansión del tráfico de drogas, otras actividades delictivas y una avalancha de refugiados. Las naciones de la ASEAN, muchas de ellas directamente afectadas, no pueden arriesgarse a quedarse de brazos cruzados mientras Myanmar se derrite.


La paciencia es una estrategia perdedora. La comunidad internacional debe actuar. 



(Foto: www.irrawaddy.com)


¿Un rayo de esperanza?


Los conflictos con y entre los grupos étnicos en Myanmar, agravados durante el dominio colonial británico, se remontan a siglos. El golpe militar y el estado de emergencia han provocado ataques despiadados contra todos los grupos de la población. Frente a ese enemigo común, la necesidad de cooperación en la resistencia ha comenzado a unirlos.


El 16 de abril de 2021, el Comité Representante de Pyidaungsu Hluttaw (CRPH) estableció un Gobierno de Unidad Nacional. Se basa en el mandato popular de las elecciones de noviembre. Varias minorías étnicas ya han apoyado esta iniciativa. 

Aunque esta cooperación no borrará diferencias profundamente arraigadas, el consenso en desarrollo en torno al regreso a una transición democrática es un cambio significativo. No solo proporcionará una lucha más amplia y coordinada contra la dictadura militar, sino también la esperanza de encontrar la unidad en el país. 


La formación de un gobierno de unidad nacional compuesto en gran parte por parlamentarios electos tiene una legitimidad que proviene de un mandato popular. La legitimidad nunca puede provenir del cañón de un arma. 


El Gobierno de Unidad Nacional debería ser reconocido por las Naciones Unidas y otros organismos intergubernamentales, por la UE y por los gobiernos. Ese sería un fuerte mensaje de apoyo a la voluntad del pueblo y de oposición a los forajidos que han tomado el poder.