OIT hacia los Cien

11 June 2019 06:44


 

En 2019, celebramos un siglo de la OIT. Su historia es notable, como notable es esta organización que se forjó en los fuegos de dos guerras mundiales. Nació, con la Liga de Naciones, como parte del Tratado de Versalles, el cual terminó la Primera Guerra Mundial en 1919, y se renovó con la Declaración de Filadelfia en 1944. Después de la guerra, se convirtió en parte de las nuevas Naciones Unidas.

Un centenario es más que un ejercicio en la historia. Es mirar al pasado para examinar el presente y encuadrar el futuro. Sin embargo, no existe mejor punto de análisis, que los valores que han caracterizado la creación y renovación de la OIT. Esa es la base para juzgar los éxitos y los fracasos de esta organización.

La creación de la OIT consagró las aspiraciones humanas fundamentales y estableció un sistema para construir el progreso social en la comunidad mundial. Para la ICM, observar la misión de la OIT está lejos de ser un ejercicio académico, porque basamos nuestro trabajo diario en los principios, estándares y objetivos de la OIT.

La paz duradera solo es posible si se basa en la justicia social

La OIT no solo nació de los escombros de una guerra terrible, que causó la trágica pérdida de millones de vidas y devastación masiva, sino que también se basó en cientos de años de tensión permanente y conflicto interrumpidos brevemente por treguas, en lugar de lograr paz real. Los conflictos no resueltos dentro de las naciones llevaron a conflictos entre ellos.

Las sociedades sanas resuelven sus conflictos en lugar de suprimirlos. La democracia, política e industrial, proporciona procesos para las negociaciones entre partes, con el fin de resolver conflictos y mantener unidas a las sociedades.

Estamos en tiempos turbulentos. Para dar solo un ejemplo, millones de refugiados y migrantes son expulsados de sus países de origen por la guerra, la pobreza y graves injusticias. Con demasiada frecuencia, huyen a las naciones que los "reciben" con odio, aislamiento y hostilidad. Los valores de la OIT de justicia social y paz, junto con los derechos humanos, que están incluidos en las normas de la OIT, ofrecen esperanza y formas de enfrentar estos y muchos otros desafíos.

El trabajo no es una mercancía

La idea de que el trabajo no es un producto que puede ser comprado o vendido en el mercado abierto no es solo una distinción basada en principios entre personas y bienes, sino que es una prerrogativa del progreso social. Al excluir a los seres humanos de la competencia del mercado (porque los seres humanos no son bienes intercambiables), la competencia puede construirse en un piso básico de decencia.

El progreso social fue posible gracias al desarrollo, la implementación de estándares laborales universales para los derechos humanos y laborales, la protección social a nivel nacional y al obligar a las empresas a competir en factores distintos a la explotación.

Nuestra forma actual de globalización; sin embargo, ha puesto a los trabajadores nuevamente en competencia. La desregulación nacional fue sustituida por la autorregulación corporativa. La crisis financiera mostró su verdadero rostro.

La legislación nacional, por sí sola, ya no es suficiente para el respeto de las normas internacionales del trabajo. El debilitamiento y la eliminación de las relaciones laborales se han sumado a la mercantilización de los trabajadores.

El principio de que el trabajo no es una mercancía no es incorrecto o desactualizado. El impacto social de la globalización demuestra que sigue siendo vigente. Sin embargo, para los trabajadores y sus sindicatos, luchar para garantizar que la mano de obra no sea una mercancía requiere solidaridad internacional y nacional.

Pobreza en cualquier parte es amenaza para la prosperidad en cualquier parte

Aunque ha habido una reducción de la pobreza en unos pocos países, durante las últimas décadas, una tendencia fuerte y sostenida dentro y entre las naciones, es la creciente desigualdad. Según el Informe sobre la Desigualdad Global, desde 1980, el 1% de los ingresos más altos ha capturado el doble del crecimiento económico mundial total, que lo que ha hecho el 50% de las personas más pobres.

Las organizaciones afiliadas a la ICM pueden ver una creciente desigualdad a nivel nacional en la mayoría de sus países. A nivel global, observamos esa tendencia incluso en nuestras industrias. Uno de los propósitos de solidaridad de la ICM es vincular los sindicatos relativamente fuertes con los más débiles, con el fin de que no tengan que luchar aislados y puedan aprovechar el progreso histórico y el diálogo social de otras naciones. En algunos casos, el apoyo también puede provenir, por ejemplo, de nuestros acuerdos marco internacionales. Nuestro mensaje a todos los trabajadores en nuestros sectores es: "no estás solo".

El derecho pleno a la libre organización y negociación colectiva en todo el mundo podrían reducir la desigualdad; no obstante, no solo en el lugar de trabajo se ha vuelto más injusta la desigualdad. También es necesario hacer cambios en los impuestos, pues las empresas y los ricos se han beneficiado cada vez más de recortes a impuestos, así como mejorar la calidad y el acceso a los servicios públicos, gravemente dañados por la austeridad y las privatizaciones del gobierno.

La libertad de expresión y de asociación es esencial para el progreso sostenido. Para esto, la OIT ha adoptado cientos de convenios que, cuando se ratifican, se convierten en obligaciones de los gobiernos. Las Recomendaciones, por su parte, son normas más detalladas en las que se puede basar la legislación gubernamental. Estas normas cubren una amplia gama de áreas que se aplican a todos los trabajadores, desde la seguridad y salud en el trabajo hasta la seguridad social, el trabajo infantil y el trabajo forzoso. También abordan problemas en ocupaciones y sectores específicos, con normas, directrices y códigos. De igual forma, se han desarrollado instrumentos sectoriales u orientaciones para la construcción y la silvicultura.

La OIT ha desarrollado el mejor sistema de supervisión para sus normas que cualquier otro organismo en el sistema de las Naciones Unidas. Los estados nacionales tienen la obligación de informar sobre su ejecución, y sus informes son revisados por un Comité de Expertos en Convenciones y Recomendaciones de la OIT. La ICM y otras organizaciones sindicales o de empleadores pueden presentar quejas ante el Comité de Libertad Sindical de la OIT. También pueden plantearse preguntas a los expertos. Estos mecanismos han significado en resultados tangibles. Los sindicalistas han sido liberados de la cárcel, los sindicatos han sido reconocidos, las leyes han sido modificadas y múltiples negociaciones podido ser ejecutadas.

Las cosas podrían ser mejores

Muchos gobiernos han ignorado sus obligaciones de tratado. Otros, en cambio, incluso países grandes como China, Estados Unidos y Brasil, no han ratificado los convenios básicos sobre libertad sindical, el derecho de sindicación y a la negociación colectiva.

Ante esta realidad, la OIT ha implementado una estructura tripartita, tendiente a garantizar la adopción de buenos estándares y una fuerte supervisión de ellos. Empero, en los últimos años, los empleadores se han vuelto cada vez más hostiles al Comité de Expertos de la OIT y menos preocupados por los estándares básicos de libertad para los trabajadores, en particular sobre el tema del derecho de huelga.

La Oficina Internacional del Trabajo no siempre es tan vigorosa como nos gustaría, particularmente en las oficinas nacionales, donde las violaciones a los derechos de los trabajadores son evidentes, incluso si esas oficinas tienen mandatos claros. La OIT está sujeta a la presión del presupuesto y está cada vez más tentada a buscar y aceptar dinero de empresas privadas. Tales asociaciones público-privadas rara vez, si acaso, apoyan los derechos de los trabajadores a asociarse libremente y formar sindicatos o negociar.

Los valores de la OIT continúan brindando visión, guía y esperanza

La extensión de los principios de muchos convenios de la OIT a los negocios fue aceptada por el Consejo de Administración de la OIT en 1977, cuando adoptó la Declaración Tripartita de Principios sobre las Empresas Multinacionales y la Política Social. Aún así, la Declaración no se ha aplicado de manera efectiva, pero el principio de guiar a las empresas con estándares desarrollados para los gobiernos sigue vigente. Los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos humanos de las Naciones Unidas, extienden, en efecto, los principios de todos los derechos humanos, incluidas las normas laborales de la OIT, a las empresas. Se espera que respeten esos derechos incluso si los gobiernos no los obligan a hacerlo. Esos principios se adoptaron en 2011 y sus disposiciones clave se incorporaron en las Líneas Directrices de la OCDE para Empresas Multinacionales, durante el mismo año. Las obligaciones comerciales de respetar el alcance de sus relaciones comerciales, incluidos los subcontratistas y las cadenas de suministro, también están contempladas. Quizás más que cualquier otra organización sindical, la ICM ha integrado esos principios en nuestras estrategias corporativas.

El Director de la OIT, Edward Phelan, al momento de la Declaración de Filadelfia escribió: "La OIT encarna en sus objetivos y acciones algunas de las aspiraciones más profundas de la humanidad".

Esas aspiraciones son nuestras. La ICM implementa esos valores y estándares en su lucha diaria por los trabajadores de nuestros sectores. Son fundamentales para las estrategias de nuestra organización y el diálogo social global, para nuestros Acuerdos Marco Internacionales, para organizar a todos los trabajadores, incluidos los trabajadores migrantes, para la capacitación en temas como relaciones laborales o salud y seguridad en el trabajo, y para nuestras campañas, incluida nuestra Campaña Deportiva Mundial por Trabajo Decente.

Para continuar nuestro trabajo, la ICM y sus afiliados han encontrado el apoyo del actual Director General de la OIT, Guy Ryder. Uno de los principales problemas abordados por él, al momento de tomar el mando de la organización, fue la migración laboral, a través del reconocimiento de que más del 70 por ciento de los trabajadores migrantes buscaban trabajo decente. Como fuerte partidario de la ICM y otros Sindicatos Globales en la negociación de Acuerdos Marco Internacionales, el Director General ha estado presente en la firma de varios de estos acuerdos, como el firmado con Vinci, QDVC y Stora Enso en la OIT. Recientemente, la OIT ha adoptado un enfoque más holístico en el área de los deportes, al participar en mecanismos globales tendientes a garantizar que los deportes estén limpios de violaciones de los derechos humanos y laborales.

Compartimos con la OIT su valor más fundamental: los trabajadores deben poder unirse con otros para formar sindicatos independientes de su propia elección, definir sus propios intereses y negociar con sus empleadores. Sí, eso significa mejoría en los salarios, horas trabajadas y condiciones laborales, pero, lo que es más importante, también significa dignidad humana básica.